Madrid 5 de julio del 2024. Suena el despertador a las 5 de la mañana, los nervios están a flor de piel. Empiezan a despertarse un sinfín de emociones y sentimientos encontrados. Ha llegado el gran día y una experiencia increíble sentida y soñada tanto tiempo, está a punto de empezar. El equipo “Pole, pole” despega en el aeropuerto de Barajas con destino a Kenia para vivir un sueño y concretar los objetivos trabajados durante todo el curso.

Después de un largo viaje nuestro corazón es tocado al conocer en Turkana a las Hermanas Misioneras Sociales de la Iglesia (HMSI): Lígia, María y Keziah. Un sentimiento de admiración máximo nos invade por la labor que realizan y por todo el trabajo que llevan a cabo siendo capaces de dejar a sus espaldas el cansancio, desasosiego y la desesperanza en esta zona tan olvidada, castigada y devastada por su extrema pobreza, las altas temperaturas y la falta de recursos, sin perder jamás la esperanza y poniendo todo su amor, dedicación y generosidad en el pueblo Turkana. Nos impacta profundamente la dura realidad de pobreza de los niños y niñas de las escuelitas, de sus familias y de todo el entorno. Nunca habíamos sentido tan de cerca esta extrema pobreza.

Tanto en la primera parte del viaje, que estuvimos en las “escuelitas” gestionadas por las HMSI, como en la segunda, en los colegios creados por la Comunidad Misionera San Pablo Apóstol, vivimos grandes e inolvidables experiencias, situaciones e imágenes que se quedarán clavadas en nuestra retina para siempre. La dureza de la vida allí se vio diluida por esa energía interior que provoca la responsabilidad de dar lo mejor de ti a unos equipos docentes tan comprometidos con su vocación y con tanto interés por continuar aprendiendo. El valor de la solidaridad está presente en la cultura turkana y se contagia.

Viajamos a Turkana con 3 metas principales:

  1. Conocer de cerca la realidad educativa de Turkana y convivir con los docentes y responsables de los proyectos educativos con el fin de acercarnos al conocimiento de su cultura y partir de su entorno en las propuestas educativas que trabajamos conjuntamente. 
  2. Colaborar con el profesorado en el conocimiento del nuevo currículum de Kenia, tomar conciencia de las posibilidades de implantación de metodologías activas y participativas que propone y poder llevarlas a la práctica en las escuelas locales.
  3. Ofrecer formación docente mediante talleres especializados.

Comenzamos por visitar las escuelitas y los colegios, lo que nos ayudó a entender mejor sus realidades y desde ahí, organizar las formaciones. Visitamos un total de 15 escuelas y realizamos talleres de formación con 70 profesores y profesoras centrándonos en su currículum educativo y, especialmente, en todo lo relacionado con metodologías innovadoras y participativas. Los talleres se organizaron en torno a los temas que nos solicitaron: matemáticas, ciencias, inglés, educación física, educación artística, primeros auxilios y salud. 

Tratando de desarrollar competencias adecuadas a las necesidades locales, se buscó adaptar los contenidos del currículum a las características y retos específicos de la región de Turkana. Utilizamos ejemplos de actividades prácticas y recursos del propio contexto. Las metodologías activas empleadas (como el trabajo en equipo, actividades participativas y dinámicas) fueron un gran descubrimiento para el profesorado local, permitiéndoles explorar nuevas formas de enseñanza por las que mostraron un gran interés. En todas las propuestas participaron con implicación y motivados por todos los descubrimientos que iban haciendo.

Tenemos toda la confianza en que la implementación del nuevo currículum keniano con estas metodologías activas y participativas, contribuya a una mejora educativa en la región, ofreciendo a los niños y niñas de Turkana una educación de calidad, más dinámica y adaptada a su contexto. El objetivo es que los docentes locales puedan seguir desarrollando y adaptando estas técnicas a las necesidades de su alumnado y a su realidad.

Me podría extender mil palabras más para contar todo lo vivido, pero es momento de cerrar este relato y qué mejor manera que con la gran historia de Wangari Maathai, activista, ecologista keniana y Premio Nobel de la Paz en 2004 por su contribución al desarrollo sostenible, la democracia y la paz. Sin duda ha calado con fuerza en nuestro equipo durante todo el viaje. A ella le inspiraba un cuento que compartimos con nuestros compañeros docentes turkanas y ellos y ellas con sus estudiantes:

Ante un fuego inmenso en el bosque todos los animales se sienten abrumados e indefensos y se quedan paralizados. Todos menos un pequeño colibrí que, no paró de hacer viajes todo lo rápido que pudo, llevando unas gotas de agua en su pico, intentando apagar el fuego. El resto de animales le increparon diciéndole que no lo conseguiría. El pequeño colibrí afirmó con determinación: «Hago todo lo que puedo hacer».

Llegamos a España con la clara intención de contagiar a nuestra gente y a nuestra Escuela el coraje y la energía del pequeño colibrí: “Hacer todo lo que podamos hacer” para que la infancia y la juventud de Turkana pueda tener una educación de calidad y con ella la posibilidad de un futuro mejor. Es nuestra responsabilidad y nuestro reto.

Una parte de mi corazón se quedó allí para siempre, Turkana es y será un lugar al cual ya pertenezco. 

Olga Rodriguez (integrante Equipo “Pole, pole”)

Turkana julio 2024

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