Queremos transmitir a todas las familias y alumnado que aportasteis material, o que colaborasteis en su recepción, organización y carga, nuestro agradecimiento y el de muchísimas personas damnificadas que nos han pedido que os lo hagamos llegar.
Así mismo, queremos compartir cómo hemos vivido el proceso. El viernes, tras salir de Ideo con la furgo cargada, añadimos unas 20 cajas adicionales que habíamos preparado con material donado por el Universo de Sula, una escuela de teatro con la que están vinculadas algunas familias de Ideo, así como por nuestros vecinos. Ya con la furgo hasta los topes, emprendimos camino a Valencia. La avalancha de solidaridad era sobrecogedora y la carretera era una oleada de vehículos con ayuda y voluntarios. Sobre las 21 llegamos a nuestro casal, el de la falla del Mercat de Russafa, donde nos estaban esperando para ayudarnos a descargar.
Descargamos, clasificamos, planificamos la entrega, preparamos las cajas y volvimos a cargar la furgo con la mayoría del material (aunque dejamos allí una parte para familias de Chiva y de otros pueblos, que nos pidieron recogerlo directamente en el casal) ya ordenada y preparada para entregarlo. A las dos de la mañana, nos fuimos a descansar.
Al día siguiente, con un cierto miedo a lo que íbamos a vivir pero de nuevo convencidos de estar donde teníamos que estar emprendimos camino hacia la zona cero.
Nuestra primera parada fue Albal. Allí el ayuntamiento tiene organizada una base de recepción y entrega de ayuda en la que según nos informaron empezaban a escasear los productos de limpieza, así que esa fue nuestra primera descarga.
Desde allí fuimos a Paiporta. La guardia civil nos ayudó para poder entrar a la zona más compleja y así entregar a algunas familias damnificadas parte del material que llevábamos. Como a algunas zonas era imposible acceder con nuestro vehículo, acordamos dejarles a ellos una de las karcher y se encargaron de llevársela a los vecinos.
La verdad es que es difícil describir lo que encontramos. Todos hemos visto imágenes, pero no por ello dejan de ponerse los pelos de punta con lo que allí ves. En Paiporta entregamos ayudas a varios vecinos y a colectivos que literalmente necesitaban «de todo». Ellos fueron los destinatarios además de otras muchas cosas, de la pintura. Con el corazón en un puño en cada abrazo que dábamos, dejamos Paiporta camino de Picanya.
En Picanya nos esperaban en un centro sociosanitario que se encontraba vacío antes de las inundaciones, y que están utilizando para almacenar material y ofrecer techo para algunas personas, prácticamente todos ancianos, cuyas casas literalmente ya no existen, así como a voluntarios. Dejamos muchas cosas en ese centro entre ellas las bombas de achique ya que nos las habían pedido específicamente y también entregamos algunas cosas a personas de las que teníamos conocimiento directo de su necesidad. Aquí, en Picanya, entregamos la segunda karcher.
Ya con la furgo vacía, los vecinos de Picanya nos invitaron a compartir con ellos la comida en un instituto en el que están preparando comida caliente para voluntarios y las miles de familias que aún no tienen la cocina operativa.
Cansados y sobrecogidos, pero sintiéndonos muy orgullosos de ser una extensión de la comunidad educativa de la escuela, emprendimos el regreso. No eran nuestras manos las que entregaban las cajas, ni nuestros brazos los que abrazaban. Eran los de todo el colectivo.
Llegamos a Madrid de madrugada y, como no, seguimos viviendo experiencias como ese café compartido a mitad de camino con un grupo de fontaneros voluntarios. Hoy, tras el reparador y necesario descanso, tocaba lavar la ropa, quitar el barro de la furgo y compartir con este texto nuestra enorme gratitud por hacer posible este granito de arena, que junto con otros millones de ellos, seguro que harán una playa.
En cuanto a las la situación actual, parece que recomiendan parar los envíos porque, según nos han contado hoy, tras el aluvión de ayuda recibida este fin de semana, las asociaciones locales se encuentran con dificultades para gestionar todo el material recibido.
Además de eso, las necesidades van cambiando día a día. Ayer las bombas de achique les vinieron fenomenal, pero a fecha de hoy parece que ya no quedan garajes inundados de agua, lo que queda es un palmo de lodo, y eso no se puede quitar con las bombas. Por otro lado, con seguridad que en unos meses, cuando se pierda el foco mediático, hará falta volcarse con ellos de nuevo de otros modos.
Familia Atance (Javi, Ana y Hugo)